Yo lo viví.
A muy temprana edad tuve éxito económico: contratos grandes, dinero en la bolsa y una vida que parecía perfecta. Pero no tenía estructuras sólidas ni sistemas claros. Dependía demasiado de un cliente y de mi propio papel como “el vendedor estrella”.
Cuando ese cliente desapareció, todo se vino abajo. Perdí el negocio, el dinero, la estabilidad y también la confianza en mí mismo.
Esa experiencia me marcó, pero también me enseñó la lección más valiosa: no basta con trabajar duro o tener talento; necesitas claridad, control y sistemas que sostengan tu vida y tu negocio.
Con los años entendí que el crecimiento no se fuerza. Igual que una planta, no puedes obligarla a crecer, pero sí puedes darle agua, luz y tierra fértil.
El crecimiento llega como resultado de dos ingredientes:
Claridad: saber hacia dónde vas, qué quieres lograr y qué recursos tienes hoy.
Control: enfocarte en lo que sí depende de ti: tus hábitos, tu disciplina, tu energía, tus sistemas.
Cuando tienes claridad, tus acciones tienen propósito. Y cuando recuperas control saludable, dejas de desgastarte en lo que no puedes cambiar y te concentras en lo que genera resultados reales.
Hay una frase que repito en mis conferencias y que está en Control Freak:
“No hay nada más espiritual que 1 millón de dólares.”
No se trata del dinero por sí mismo. Lo que significa es que, con recursos suficientes, puedes ayudar a la cantidad de personas que quieras. Puedes tener impacto, generar empleo, apoyar causas sociales y vivir con mayor libertad.
La abundancia no es solo financiera. También se trata de estilo de vida: dormir bien, cuidar tu salud, pasar tiempo con tu familia y aún así hacer crecer tu negocio.
El caos personal siempre se refleja en el negocio.
Si descuidas tu salud, tus relaciones o tu equilibrio emocional, tu empresa lo va a resentir.
Por eso en Control Freak hablo de los tres pilares de un sistema de vida:
El Ser (desarrollo personal): disciplina, autoconocimiento, balance emocional.
Life (vida y relaciones): familia, pareja, amistades y bienestar físico.
Work (negocio e ingresos): ventas, finanzas claras y procesos replicables.
Cuando estos tres pilares se sostienen, tu negocio fluye con más estabilidad porque tu vida personal también está en orden.
Aprendí por las malas que el éxito rápido no es sostenible si no tienes sistemas. Durante años dependí de mi talento para vender, pero nunca sistematicé el proceso comercial. Cuando yo no estuve, las ventas tampoco.
Hoy sé que los siete sistemas de negocio son los que permiten crecer con resiliencia. Y entre ellos, el primero y más importante siempre serán las ventas.
¿Por qué? Porque con dinero en la bolsa piensas diferente: puedes invertir, innovar, pagar a tu equipo y tomar mejores decisiones sin miedo.
Un negocio no puede depender de un solo cliente ni de una sola persona. Necesita procesos claros y repetibles que lo sostengan incluso en medio de la incertidumbre.
Después de perderlo todo, pensé que ya no tenía futuro. Pero descubrí que mi déficit de atención no era una condena, sino una forma distinta de aprender y emprender.
Reconstruí mi negocio y mi vida, pero esta vez lo hice con sistemas, claridad y un propósito más profundo: servir a otros. Porque no hay nada que dé más satisfacción que ser útil y aportar al crecimiento de las personas.
La resiliencia no es aguantar golpes, es aprender a levantarte más fuerte y más consciente de lo que importa.
Si tu negocio está estancado o sientes que trabajas mucho pero avanzas poco, no necesitas más esfuerzo: necesitas un nuevo enfoque.
Claridad, para saber qué quieres y hacia dónde vas.
Control, para dirigir lo que sí depende de ti y soltar lo que no.
Abundancia con propósito, para crecer mientras ayudas a otros.
Sistemas sólidos, que te den estabilidad y resiliencia a largo plazo.
Esa es la mentalidad de abundancia y control que transformó mi vida y puede transformar la tuya.
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